sábado, junio 24, 2006

Tributo a las converse naranjas

Entras y como no hay nadie te miras un poco en el espejo, pero de repente ves que decelera y que se va a parar, rapidamente te giras y miras hacía la puerta antes de que abra, no vaya a ser que alguien te vea viendote en el espejo. Se abre la puerta, y claro, una chica de la empresa de segurod entra y saluda, mira hacia los botones y ve que el cero ya está marcado, asi que se acomoda de lado. Entonces ella y yo comenzamos a mover la vista. Miras el suelo, miras el marcador de numeror, miras su pie reflejado en el espejo. Ella mira el suelo, mira la pared que tien enfrente, mira mis pies y ahí se queda unos cuantos segundo, mueve un poco los ojos pero vuelve, vuelve otra vez, empiezo a sufrir, se que las esta mirando, se que aunque no quiere las mira, y yo me agobio, no se si mover los pies para sacarlos de cuadro, para que deje de verlos. Las zapatillas que llevo no tienen ni un año, pero el estado es mas que lamentable y ella las analiza, ella así, con su faldita, con sus zapatitos, todo tan de verano y yo ahí, un agujero, otro agujero, otro agujero y ella que mira y que todavia vamos por el cuarto, y yo que por despistarme miro al reflejo de sus pies en el espejo y en un momento miro hacía su cara que esta algo inclinada con la mirada inmóvil en mis pies y ella que de repente levanta la vista y me ve viendola y yo que a toda leche giro la mirada a no se que punto un poco mas allá de su cara y ella que tambien, ella que gira a mirar los numeros que se van marcando. Ahora el tres. Y yo que sin darme cuenta la vuelvo a mirar y, joder, otra vez que me ve mirandola. Y ella que imantada por el poder de las zapatillas va y vuelve. ¿Que mira cuando las mira?. El dos. Esto que no avanza, esto que no termina. Sin darme cuenta muevo los pies y ella se da cuenta, y deja de mirar o hace que deja de mirar. El uno. Ya llegamos, ya estamos al lado. El paraiso en el cero. Imagino el futuro, se abriran las puertas y saldré a la calle y seré feliz y me miraré un momento los pies y me sentiré un heroe, pero esta noche cuando llegue a casa las tiro. Y la veré irse, la veré salir a la calle e irse para siempre. El uno digital se va trasformando en cero y espero la sensación de frenada, pero no, no hay frenada. Y sigue. y ahora menos uno, y ella sigue en las zapatillas y yo que la miro esperando una explicación, esto no se para y ninguno de los dos habla. y ahora menos dos, y sus ojos quietos, quietos, quietos. Menos tres. y la miro ya sin pudor y ella sin pudor me mira los pies, los agujeros infinitos de mis zapatillas. Menos cuatro. Menos cinco. Y así llevamos varios años, varias vidas.

6 comentarios:

Guy Monod dijo...

¡Soberbio!

¿Henry Simón, tú no serás el tío Julio disfrazado?

Tengo serias sospechas al respecto.

illot dijo...

bravo!!!!!

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

ahii! yo tengo unas converse naranja y las amo (L)

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