martes, marzo 28, 2006

Lo que le pasó a Antoine Maurice (Capitulo 10) . FIN

El paisaje al otro lado de la ventana del autobus donde lleva apoyada la cabeza, le recuerda a Antoine que la vida es móvil, que el tiempo es inestable, que las cosas nunca se detienen. Ahí va Antoine Maurice con un pasado reciente ya a cuestas, ya encaramado en la espalda, ya instalado solo a manera de recuerdo, ya solo como una reconstrucción de su torpe memoria.

Hace un par de horas se ha despedido de Maria Luisa en la estación de autobuses del pueblo vecino, del pueblo que estaba algunos kilómetros mas allá. Ella le ha acercado en el coche de su padre, han sacado el billete y se han tomado algo en la cafeteria de la estación para hacer tiempo mientras llegaba la hora de salida, la hora de regreso.

.- Nunca olvidaré lo que habeis hecho tu y tu padre por mi. Estaré agradecido eternamente. No dudeis en llamarme cuando viajeis a la capital, allí os atenderé como os mereceis.

.- Por nada, Antoine. Por nada.

Han hablado torpemente de algunas cosas sin importancia mientras llegaba la hora de salir. Cuando por megafonía han anunciado el anden donde ya esperaba el autobus. Antoine y Maria Luisa se han dado dos besos amables en las mejillas y se han despedido sin demasiado ruido. Antoine se ha subido y por los cristales la ha visto perderse.

En la carretera Antoine ha ido reconstruyendo estas ultimas horas de su vida. "La vida es irreal, es demasiado irreal" se repetía con una medio sonrisa en los labios. Ha ido trazandose un plan, unas frases que tendría que decir a unos y a otros, sabiendo que el tiempo iría dejando esa historia atrás. Al llegar a la ciudad, ya de noche, ha percibido todo bajo la rareza, la ciudad le parecía extraña mientras el autobus iba atravesando las arterias que le llevan hasta el terminal. Esas horas que ya hay muchos menos coches, que las luces de las casas se van apagando. Se ha bajado del autbus y ha entrado al metro. La poca gente que iba viajaba en silencio. Un hombre que entra en una estación, que viaja unas cuantas estaciones mirando al suelo, en silencio, que llega a otra estación y se baja, subirá las escaleras, irá por unas calles y entrara en un portal, subirá y entrará en su mundo y sin embargo Maurice percibe hoy, todo eso, el extraño universo de la urbe como lejano, como ausente. Ha llegado a su estación, hay un silencio tremendo, no hay gente. Sube las escaleras, sale a la calle. Las farolas y algún coche que pasa, ese restaurant, en el que a veces ha cenado, aun abierto, alguna gente dentro, en la sobremesa. Sigue andando hasta su portal, abre la puerta y llama al ascensor, mientras espera bosteza. Sube y abre la puerta de su casa. Entra, enciende la luz. Se quita los zapatos que deja tirados junto a la ropa destrozada que lleva en una bolsa que le dió Maria Luisa. Se acuesta en el sofá, enciende la T.V, cambia de canales anarquicamente, sin atención. Extiende el brazo hasta el telefono, aprieta el botón azul y oye los mensajes que tiene en el conestador. La voz electrónica le dice que tiene dos mensajes nuevos:

Mensaje numero uno. Recibido ayer a las 19 horas, 14 minutos:

.- ¿Antoine?.... Llamame cuando vengas...Hasta luego.

Mensaje numero dos. Recibido a las 22 horas y 46 minutos:
.-......

Antoine trata de identificar algo en el silencio del mensaje.

Para volver a escuchar el mensaje pulse 1, para guardarlo pulse dos, para borrarlo pulse 3.

FIN

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