miércoles, marzo 22, 2006

Lo que le pasó a Antoine Maurice (Capitulo 9)

Antoine sale de la ducha y cae en cuenta que no tiene ropa limpia que ponerse. Ve amontandas en el suelo su ropa destrozada, el simbolo de las malas decisiones, el deshecho de un mal dia, los residuos del azar. Esta cubierto por la toalla que lleva a la altura de la cintura, de donde emergen los primeros sintomas de un montón de años de cervezas. Se queda pensando en que hacer, de nuevo ante la decisión. Abre un poco la puerta y se queda así asomado, su intención es llamar a Maria Luisa, a ella, a la chica, a la mujer, a ella, pero duda tanto en como hacerlo. ¿Por su nombre?, gritando un educado:"perdona", no sabe que opción usar para llamarla y que ella le escuche al otro lado del pasillo. Entonces decide cruzar descalzo y con la toalla a la cintura el pasillo y comentarle su problema.

Llega a la puerta de la cocina, ella gira algo asustada la cabeza y le mira, en seguida desvia la mirada:

.- Perdona, Maria Luisa, pero es que no tengo ropa que ponerme, no quería abusar, pero no tengo otra opción...

.- ohh, si, si. No se... no te preocupes, vuelve al baño, no vaya ser que te quedes frio, yo ahora le acerco algo de mi padre.

Antoine gira y se vuelve a paso rapido, algo comico, hasta el baño. Vuelve a entrar y se mira en el espejo, la coquetería no tiene limites en el ser humano y Antoine quiere estar al menos peinado cuando ella le traiga la ropa. Se peina con los dedos, juguetea con su pelo hasta colocarselo de algún modo en el que el se siente mas atractivo. Suena la puerta, el se observa por ultima vez y acude a la llamada, al sonido de la mano golpeando en el otro lado de la puerta. Abre y ella esta ahí. Hay un cruce de miradas que no debe durar mas de tres cuartos de segundo que si lo congelasemos sería la mirada del deseo, de la atracción, pero eso Antoine no termina de creerselo, y no sabe que ella no dará ni una sola prueba mas de esa atracción, no se permitirá ni un solo desliz mas, ni un solo reflejo mas de eso que ella lleva por dentro, esa contención que ya dura años, demasiados años.. Antoine extiende los brazos para recoger las ropas bien dobladas que trae Maria Luisa:

.- Eres muy amable, creeme. Nunca me habían tratado con tanta amabilidad en todos los dias de mi vida.

Ella se gira y se pierde en el pasillo.

Ya en la cocina, ya vestido, Antoine bebe el café y come unos panes tostados con aceite y tomate que ella le ha preparado. El placer de comer es el mayor de los placeres, piensa filosofico Antoine, y comparte con ella su pensamiento:

.- Bueno, ademas tu llevas mucho tiempo sin comer. Debes estar sintiendo mucho placer. ¿Que es lo que te ha ocurrido para estar así, aquí?. No pareces un delicuente, no pareces mala persona.

Antoine entonces comienza la narración de sus desdichas, meticuloso, reflexivo, recapitulando toda la historía como hasta ahora no habia hecho ni para el mismo. Se extiende en detalles, en la rabia que sintió hacía el hombre de la camioneta, en la cobradia y miedos experimentados, en la angustia de sentirse así, en el lado marginado del azar. Ella le escucha y al terminar de oir lka narración de Antoine le dice:

.- ¿Esta usted casado?.

A Antoine, que a estas alturas se siente terriblemente atraido por ella, la pregunta le produce una potente agitación en el pecho.

.- No

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