miércoles, abril 10, 2013

Fe y ciencia

 Creímos que no llegaría. Creímos, soberbios, que no cederíamos a esa amenaza y a esa imposición del miedo.Creímos que nadie creería en fragmentos. Estábamos convencidos de la sensatez. Creíamos en ella como un don absoluto, que aparecería en el momento preciso, como una iluminación. Creíamos que la conciliación y la libertad mental eran, en el fondo, la aspiración de cada uno de los habitantes del mundo. Creímos en el respeto y en la convivencia de las distintas formas. Creímos en nosotros y en ellos. Creímos, ignorantes, que la ignorancia tendía a desaparecer. Creímos que era el aprendizaje y el conocimiento la necesidad de todos. Creímos que el medio no se distinguía del fin. Creímos que la verdad era amplia, global, gigante. Creímos en la paz. Creímos en la fraternidad. Creímos que en el fondo, ese pensamiento, era contagioso. Creímos en las diferencias, claro que creíamos en ellas y que eso multiplicaba la verdad. Creímos en esa igualdad que nos distingue. Una igualdad basada en el respeto a ser de otro modo. Creímos en ello como ciencia y no nos dimos cuenta que era un acto de fe.

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