viernes, marzo 02, 2012

Bassie

 Hace cuatro años conocí a Bassie. Bassie me ayudó en una mudanza, tenía una furgoneta abrumadoramente vieja con bastante espacio que me sirvió para trasladar unas cuantas estanterías, libros, un sofá, un par de lámparas y la ropa. Al llegar a mi nueva casa, Bassie me ayudó a descargar y al terminar le invité a una cerveza. Bassie me habló de la música de su país: Sierra Leona, me habló de Bonthe, el lugar donde él vivía. Una población de Costa que describió con precisión. Me hablaba de su calle con emoción contenida, me habló de su viaje hasta Europa y concluyó diciendo que en realidad cruzar a Europa era un engaño, por qué siempre quieres subir más y por qué en realidad, decía Bassie, Europa no existe, sino que es una ficción exagerada, una especie de ilusión que tienen los que van ascendiendo África hacia arriba.

 .-  Cuando decidí venirme mi madre me dijo que no me viniera. No me lo dijo con protección, me lo dijo casi con una sonrisa. Decía que Europa era un laberinto, por qué consigues para seguir buscando. Es como subir África. Uno va subiendo desde Sierra Leona y todo el rato vas pensando que queda menos y cuando llegas al estrecho te das cuenta que en realidad nunca se llega. A mi eso me da igual. Yo no lo pasé excesivamente mal para entrar. A mi lo que me cansa de aquí, lo que me produce esta pesadez, esta desgana es que aquí nadie te saluda. El año pasado bajé hasta Bonthe para ver a mis viejos. Fui en avión. Un vuelo terrible porque tuve que hacer varias escalas y todas se retrasaban y en los retrasos yo pensaba que había un truco, que en realidad los aviones, los pilotos aceptan ese truco y participan de él, que en realidad Sierra Leona y Europa no están en paralelo en la línea del tiempo. ¿Me explico? En realidad cada piedra que son los continentes, piedras enormes, desmesuradas están distanciadas por el mar y que en realidad el mar no es otra cosa que un lugar físico donde el tiempo se diluye y contrae y cambia de forma y que los continentes no están en paralelo y por eso se retrasan los aviones a Sierra Leona. AL final llegué sin saber si estaba en el mismo tiempo, y en realidad jamás lo sabremos. Llegué al Aeropuerto de Bonthe y sentí que no debí salir nunca, esas cosas que uno ha oído siempre de los que se van. PAgué a un tipo para que me llevara hasta Bamba. Me bajé dos calles antes de mi calle. Mi calle no es como las calles de aquí, las calles de Bamba son distintas. No hay asfalto. Hay otra forma: la gente camina, va y viene. Según empecé a caminar me fui encontrando gente. Saludando a todos, pero no saludando como se saludan ustedes aquí, no. Saludando, saludando de verdad. En casa la gente se saluda y duras mucho tiempo saludándote. Tardé cerca de tres horas en cruzar la calle. Vi a la gente de allá. A unos a otros. Te saludaban desde la puerta, te sacaban algo de comer. Te preguntan, te abrazan y sigues avanzando. Llegué a la puerta de casa. Mi casa es bonita, modesta pero bonita. Las puertas abiertas. Entré, mi madre leía algo. No sabía que yo llegaba. No avisé por qué ellos no tienen teléfono. Levantó la vista y me vio en la puerta. Se levantó y estuvo diez minutos abrazándome. Al día siguiente perdí un par de horas en salir de mi calle. Había más gente que saludar. Caminé por las calles, me reuní con los amigos. Ellos se quejan de la situación y yo sin embargo les hablaba de Europa, de esto y les decía que mejor aquello. Me volví unas semanas después. Aquí está mi mujer. Estaba embarazada. Ahora tengo la furgoneta y saco dinero, pero me quiero ir.

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