viernes, agosto 18, 2006

En casa

Llevo varios intentos de escribir un post sobre el viaje y por algun motivo siempre termino borrandolos. Hay algo que viene desde atrás que no acepta esos mediocres intentos de narrar esas tres semanas. He intentado la narración desenfadada, un ennumerar ciudades y contar alguna anecdotilla, he intentado ponerme serio y contarlo como un legendario escritor de viajes, pero claro, aunque divertido, la sensación de ridiculo es mas intensa de lo habitual. He tratado de no contar contando e incluso me salieron frases de un profundo rechazo a Madrid, pero entendí que no, que Madrid tampoco tiene la culpa, y Madrid, con sus cosas, tambien es un sitio amable. Me he puesto, obviamente, muy sensiblón, empalagoso mas bien. Pero nada, nada que merezca la pena. Así que ó bien lo dejo de intentar ó bien sigo buscando otros caminos, que sé, no encontraré. No se me otorgó el don de la narración y el viaje, lo mejor, sería dejarlo así, bien guardado en la memoría, conservarlo con mimo, escondido entre los rincones mas seguros y con buen espacio en esta cabeza algo desordenada. Dejar las anecdotas para cuando me ponga melancólico y me dé por beber mezcal y evocar determinadas imágenes cuando las tardes de este invierno se pongan frias o lluviosas, grises, tristes. Ahí, cuando la melancolía ataque a ese bazo ausente, recurrir con urgencia a esas carreteras o ese callejón estrecho pero sublime de aquella ciudad que ahora parece irreal. Buscar en medio de un atasco de Madrid la imagen de aquel otro atasco de esa capital de la exageración, de aquella ciudad que son ciudades sumadas e imaginar por un momento que los taxis de Madrid no son esos taxis sino esos otros, escarabajos verdes y blancos, que mas que taxis, parecen Robots a medio hacer, rebeldes apoderandose de la ciudad. Los taxis no son taxis, como recuerda Altazor, Los taxis no existen y aquellos escarabajos verdes no circulan, sino que se los imagina uno, por eso recomiendan los chilangos no pararlos en medio de la calle, sino llamarlos. Por que corre uno el riesgo, no de ser atracado, esa es la excusa, sino de perderse, como Bastian, en una historia interminable. Y si este invierno el frio aprieta, recordar aquella playa, aquel agua. Para eso se viaja, para recordarlo en invierno, cuando casi se le olvida a uno que hay épocas del año que hay sol y cielo azul y dias mas largos. para eso, asi que no vengas ahora, Henry S., a empañarlo con uno de esos post, por favor. No ahora.

1 comentario:

Tecnorrante dijo...

Los taxis, estimado Henry S., son una evolución de las criaturas subterráneas que transportaban crisálidas de los protohumanos en tiempos ancestrales. O no. Quién sabe.

Saludos!

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