lunes, febrero 28, 2005

Las ciudades desconocidas

El viernes fue diferente. De nuevo caminando por diferentes calles con Marta. Mirabamos a un lado y a otro con la curiosidad del que desconoce que es lo que hay cien metros mas allá. Ademas no llevabamos plano lo que hacía el movimiento mas anarquico y mas impreciso pero mas jugueton, que finalmente es de lo que se trata cuando vas a una ciudad desconocida. Jugar a que la ciudad es un inmenso tablero por el que te vas moviendo, buscando algo que siempre es muy impreciso. Hacía un frio intensisimo, y a menudo nos refugiabamos en algún café. Nos sentabamos en una mesa. Esperabamos a que las manos se calentasen y descasabamos. Otra cosa que hago es ir recordando personajes que han nacido en esa ciudad en la que estoy y esa fue una de las actividades que realicé mientras nos escondiamos del frio.

Luego ya nos recogieron y la ciudad cambio de forma, en ese momento la ciudad empezo a acoplarse, a hacerse real. De repente la ciudad no era un tablero por el que nos habiamos movido, la ciudad era una ciudad con formas, con casas. Los que nos acogieron nos contaban detalles de su vida ahí. Entramos en sus casas y de alguna manera fue como entrar en muchas casas. Se hacía fácil imaginarse la vida ahí. Nos recogimos del frio, vimos desdse la ventana las casas de enfrente, le fuimos poniendo caras a la ciudad, sus gentes, sus vidas, sus casas. Le fuimos poniendo vida normal. De repente la ciudad nos parecia mas nuestra, la fuimos tomando cariño, aunque fuese breve, muy breve, siempre te encariñas con los sitios, con lo que allí sucede, con la esquina por la que pasas tres dias seguidos.

Así, en seguida, se va. De repente sobrevuelas la ciudad, la ves quedandose ahí abajo, entre tantas luces, entre tantas calles. La ciudad se queda y tu te vas. Despiertas de nuevo en casa, un café y otra semana que arranca.

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