martes, septiembre 06, 2011

Varias biografías de escritores amateurs en una sola.

 A los 11 años escribe varias obras de teatro. Una sobre un detective que bebe compulsivamente whisky y que busca resolver un caso, que en el ultimo momento se descubre que no es cierto, que el asesinato del que busca un culpable, jamas ha sucedido. El tema del detective frustrado es una constante en esas obras mal escritas de la infancia, no obstante él cree en ellas, no cree en el sentido de éxito, sino en el sentido de placer. A los 13 años escribe unas veinte letras de canciones, se encuentra con la metáfora y abusa de ella hasta el delirio, hasta crear monstruos mas que metáforas. Las canciones nunca las llega a interpretar con músicos, como tampoco represento las obras. Lee, desde entonces, a Baudelaire, a Sábato, a Cela, a Delibes, a Neruda, a Sábato otra vez, relee a Sábato, a Vargas Llosa, a Moravia, a Twain, a Melville. Hay momentos trascendentes, sobre todo con Sábato, donde todo le parece que se cuela, un túnel, un túnel entre el libro y lo que sucede. Coge autobuses y escribe en cuadernos poemas que borra porque, ya lo sabe, eso nunca se lo niega, no tiene talento, pero si un enorme interés por hacerlo. En un momento, que coincide con el descubrimiento de las drogas, se encuentra con Cortázar y con Cortázar se congela, trabaja en un taller en el que hay, diariamente muy poco trabajo,y los ratos muertos, que son las ocho horas, lee a Cortázar y escribe en hojas de promoción del taller. Son sus primeros intentos con el cuento o no los primeros pero si los mas conscientes. Lee, escribe mal y sufre una terrible insolación emocional por una chica dos años mas joven con la que descubre una forma amable de sexo y que ella olvida de repente. Llora y lee El principito y no se siente identificado con ese personaje, pero lo de un planeta vacío le resulta dolorosamente parecido. Desde ese momento le parece que vive en una ciudad distinta, una ciudad que está alejada de la ciudad donde realmente vive. Conoce a un asesino, conoce a muchos alcohólicos, conoce a zoófilos que las noches de luna llena fornican con cabras, conoce unas tipas tristes adictas a la cocaína, conoce a desequilibrados, conoce a un tipo que toca percusión en un grupo de salsa brava, conoce a tipos que no vuelven, que se van lejos sin moverse y se pierden en el camino.

 Con el tiempo trata de escribir sobre eso. Viaja a otros lugares y en otros lugares sigue escribiendo cuentos o narraciones abstractas terriblemente malas. No obstante, a lo largo de los años, esa relación con lo que escribe va variando. Gana en paciencia y pierde urgencia, pero jamás pasa de eso, de dar teclazos con cierta anarquía. No cree en la perdurabilidad de lo que escribe, pero sabe que jamás dejará de hacerlo. Escribe como el que bebe o el que consume ansiolíticos. Con lo años acumula páginas y páginas de osas escritas, de bocetos, de intentos. Nada, absolutamente nada, es destacable, pero sin la construcción constante de esas páginas hubiera llegado sano a ningún sitio. Escribir, como a tantos, le ha salvado.

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