viernes, enero 22, 2021

La realidad y la ficción

 Es más fácil lo ficticio. Los personajes de una ficción, por complejos y alambicados que sean, no tienen ni se enfrentan casi nunca a realidades tan difusas como la nuestra. La ficción recrea una realidad enmarcada, por abstracta que sea, es un marco preciso. Los personajes se mueven en certezas, extrañas, absurdas a veces, pero certezas. Los personajes responder bajo una lógica, actuan bajo unos parametros. En la realidad esto no sucede. La realidad, y aquí seré arriesgado, es menos verosimil que la ficción. Es más sencilla la vida del personaje ficticio. La maldad y la bondad, muchas veces tienen marcas más claras. El personaje ficticio tiene más claro qué entra dentro de su ética, qué es moral o inmoral. Nosotros, los reales, no. ¿Cuántas veces una actuación nuestra ha sido reprobada y tiempo después, nosotros mismos, hemos sido conscientes de nuestra metedura de pata? El personaje ficticio mete la pata, es inmoral o poco ético, pero lo sabe, porque lo sabe su creador, por eso le coloca ahí. Sabe, su realidad lo dice de por sí, que aquello no está bien o no está mal, también se enfrenta o intuye que esas personas con las que se relacionan son o no son éticas o inmorales. Tienen contradicciones, claro. No digo que sean planos esos personajes e incluso se mueven en terrenos muy difusos, pero su contexto los define mejor. Nuestro problema en la realidad es que los contornos los descubrimos después, en el futuro. Los ficiticios se mueven en contornos que ya saben. Su relación con el presente es radicalmente opuesta a la nuestra. Nosotros entendemos el presente como pasado, lo entendemos en el futuro. De hecho los personajes con los que interactuamos los comprendemos con el paso del tiempo. Los ficticios los entienden desde el primer instante. Saben mejor quién es el otro. Y enfrentar la historia, en su caso, la vida, en el nuestro, son asuntos profundamente distintos. ¿Cómo no cambiaría nuestra vida con margenes definidos? ¿Sería mejor? No creo, la gracia de vivir consiste seguramente en eso, en que es indescifrable, que no hay marcos predefinidos y que permanetemente debemos descifrar lo que sucede? En el último libro que leí, divertido, absurdo y profundamente inteligente, los personajes convivian con el diablo, no lo sabían, pero el marco real lo marcaba. Todo era absurdo y el absurdo era creible, el disparate, que era mucho y muy bien contado, era asumido sin conflictos por cada uno de los personajes. Nosotros no podriamos aceptar el disparate, nos confundiría, nos llevaria a la sensación de locura a la paranoia y al terror. Vivimos situaciones disparatadas, claro, pero no las asumimos, le buscamos explciación enseguida. Un trasfondo, una coherencia, un sentido. Nuestros personajes ficticios lo asumen. ¡Qué disparatado! A veces, sin embargo, queremos ser ellos. Diría que es uno de los grandes problemas del humano actual. Queremos ser ficticios, con sus marcos fijos, sus realidades definidas. Personajes bien diseñados. Con una línea argumental clara. Somos hijos de millones de ficciones. Desde hace más de medio siglo hemos crecido viviendo ficciones permanentemente e interpretamos, muchas veces, la realidad como una de esas ficciones. "Ese tipo es malo" "Tengo razón" "No actuó bien" Esas frases, en general, solo pueden ser pronunciadas en la ficción, la realidad, dificilmente, nos puede dejar ser tan precisos. Somos reales y la realidad es inabarcable. Desconocemos la mayoría de las que suceden a cada segundo. No sabemos qué ha movido al otro, qué estructura del pensamiento, qué amalgama de confusiones e interpretaciones, le ha llevado a actuar así. Por qué mi vecino no contestó mi "Buenos días". Desconocemos cada segundo de las cosas, como mucho, pasado un tiempo podemos comprender y concoer algunos fragmentos más qué formaron aquel segundo preciso.

No hay comentarios.:

Mi lista de blogs

Afuera