miércoles, mayo 13, 2020

Los días

7:56. Me despierto más tarde que antes de todo esto. Antes sonaba el despertador y sentías el planeta entero subiendo al colchón. Ahora no suena y sin embargo preferiría que sonara. Siempre pasa así. Necesitaríamos conocer la trama entera para disfrutar cada secuencia de la vida. Sin embargo, en general, tiendes a disfrutar del pasado. 

 En la casa no entra luz. A eso de la 17:30 se adivina un cambio, por ese ventanuco que da a ese patio extraño, pero no sabemos qué hora es si no tenemos el reloj. En realidad no sabemos nada. Preferiríamos que nada de esto hubiera pasado. W está nervioso. Yo no tanto. Le escucho hablar con su familia por llamadas que me resultan caóticas e incluso molestas. Esas voces filtradas del ordenador producen un efecto parecido a la ansiedad. Son voces sin matices, como las de tu pensamiento cuando todo te preocupa. Habla mucho y se queja de todo y yo le digo que quejarse aquí encerrados no es la mejor medicina. A veces bebemos, a veces estamos un par de días sin hablarnos. Él piensa que a mi no me preocupa la situación. Pero y ¿qué puedo hacer yo aquí, W? ¿Qué podemos hacer desde aquí? Sin luz y sin sueldo Estamos gobernados por una cosa invisible. Siempre son invisibles los gobiernos, pero esta vez es microscópico y domina el planeta. Yo ya no creo en nada, le digo siempre a W, pero extrañamente no me altera. No es siquiera que haya aceptado la situación, es que no sé cómo se resuelve. No he abandonado. Hasta abandonar me parece un privilegio. Simplemente he ido aprendiendo de esta casa sin luz, de esta casa que no tiene horas. W prefiera hablar con su familia allá. Se escuchan las voces. Yo no descifro lo que van hablando. Escucho ese sonido metálico. Voces agregadas. "Si al menos hubiera futbol" es la frase que define a W. Otras veces bebemos y conspiramos. Pensamos en teorías imposibles y nos damos la razón. W habla de vídeos que le mandan al teléfono. A mi me cuesta creerlos, pero porque en realidad todo, también la casa, me parece mentira. Yo no sé cómo vamos a salir de esta. W y yo hacemos cuentas. A veces me altera, pero en ese momento crítico siempre me dice que su cuenta es mi cuenta: "o comemos los dos o pasamos hambre juntos". Otras veces me da la sensación que en pocos días estaremos de nuevo en el lío. En esos turnos infinitos. Sirviendo en las mesas a ritmo de mediofondo, pero escuchas las noticias y todo se retuerce. El gobernador invisible nos tiene arrinconados. Dicen que deja sin aire, pero a mi este sin aire también me tiene medio ahogado. El gobernador invisible deja a todos sin respiro. Y si al menos en esta casa entrara algo de luz, sabríamos qué hora es, en qué lugar del dia nos encontramos. Sin embargo parece siempre de noche y las voces metálicas en la computadora de W, parecen las voces de un sueño extraño.

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