martes, mayo 12, 2020

Despertares

No ha amanecido aún, se anuncia con un ligero cambio de tonalidad en la luz que entra por la ventana, pero no ha amanecido aún, técnicamente no. Hace los movimientos para levantarse y se queda sentado unos segundos en el borde de la cama. El silencio le sigue abrumando a esa hora. Lleva ya un par de años viviendo solo y sin embargo ese silencio le sigue sorprendiendo o desconcertando. Se pone de pie. Camina torpe hasta el baño y orina con desgana. Bosteza. Camina por el pasillo. Durante medio segundo piensa que los pasillos no deberían existir: son espacios robados a las casas, los pasillos nunca se habitan. Llega a la cocina y se prepara el café. Le frustra hacerse el café porque a él el café no le sale bien. No lo entiende, no es capaz de explicárselo, pero a C, usando las mismas cantidades, le quedaba mucho más sabroso. La luz ya va cambiando. Entra el ruido de un coche pasando por la calle, queda, oficialmente, inaugurado el día. Abre un libro por la pagina 126. Lee unos párrafos y nota el olor del café saliendo. Deja el libro en la mesa, saca una taza y se sirve. La rutina es la linea invisible que te hace saber que sigues vivo: la rutina es el esqueleto de la vida, piensa. Hace no tanto le dejaron de interesar las experiencias, de hecho empezó a detestar las experiencias, todo eso que el mundo de hoy recopila bajo la palabra experiencia. Los viajes, las cenas, una vida social forzada, todo aquello que nos convierte en consumidores y nos hace menos personas. Sigue leyendo, pero siente un golpe de tristeza, una tristeza que generalmente no se permite. En realidad no es tristeza, es una forma diferente de cansancio, de fatiga. Los sorbos del café, el libro abierto y el silencio son el presente, que es a lo único que tenemos acceso, lo demás es ficción y fantasía. Prefiguración o incluso paranoia. Sólo hay eso, realmente solo es eso. NO es esfuerzo por hacer desparecer lo demás, porque son mentira esas falsas y vacías filosofías de hoy en día que te intentan convencer de vivir solo en el presente: eso no se puede, eso no es verdad. Si algo nos caracteriza como especie es que nuestra cabeza vive en tres tiempos a la vez,  y el promedio de esos tres tiempos es nuestra vida. Nadie habita el presente, porque no hay manera de habitarlo, entre otras cosas, porque el presente siempre va más deprisa. La luz ya entra grandiosa. La ventana de la cocina, que mira hacia el este, deja entrar una luz imperial. Viva el día que empieza, piensa. No por optimista, que no lo es, sino porque es imposible, a veces, ser insensible a la gran belleza de despertar en el mundo cada día. La tristeza volverá ya luego, esa tristeza invisible, casi inexistente, pero constante. La tristeza de la vejez. La tristeza de saber que el tiempo, cada segundo, es menos.

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