viernes, septiembre 20, 2013

El cuaderno de la vieja

 La vieja se ha comprado un cuaderno y anota, dice, cosas que quiere dejar anotadas. "No te creas que ahora voy de literata" dice con ese pragmatismo bastante más presente en su personalidad de lo que ella sospecha. A mi vieja no le interesa hacer literatura, creo que desde muy joven, posiblemente desde niña, a la vieja le interese la vida. No es que no le atraiga la cultura, que le atrae; en realidad le fascina. La cultura le parece un terreno no sólo elevado, sino divino. Pero a ella no le ha interesado crear, porque para ella crear es un acto inmediato, instantáneo, existencial. Mi vieja sabe vivir con una habilidad sobrenatural y en general creo que su creatividad va centrada en eso. En verdad la vieja ha vivido una vida que no siempre le perteneció. La ha vivido con heroicidad, porque los héroes no son exactamente lo que tendemos a ver como héroes. Los héroes son otra cosa. Supongo que tendemos a ver que el héroe tiene que ver con ese que abre terrenos novedosos para una generación, para una sociedad y lo hace con brillantez y con esplendor, aquel que logra individualmente un bien colectivo, pero en verdad los héroes son otra cosa. Los héroes no se sabe que son héroes, no lo saben ni ellos, ni los que le rodean, y esa es su heroicidad, un esfuerzo mudo, sin esperar recompensa, porque ni siquiera saben que su titánica tarea tiene recompensa. Mi vieja ha vivido heroicamente, azotada por un entramado vital bastante desquiciado y cuyos dados en general han sido jugadas un poco cabronas. No ha sido infeliz, la vieja sabe de los placeres, pero le ha tocado atravesar campos minados, campos áridos, bastante hostiles, lo que, por otro lado, la ha dotado de una fortaleza descomunal. Mi vieja ahora escribe, porque dice que le interesa leer eso dentro de diez o quince años. Es curioso, cuando me lo contó, recordé que yo hice lo mismo hace diez años, cuando estuve cincuenta días en aquel hospital amargo. Anotaba asuntos dispersos en un cuaderno que hace poco revisé. Estuve a punto de contarle a mi madre y de contarle que pasados esos diez años, realmente, el cuaderno, las frases anotadas, no revelan ninguna verdad y que en verdad, para el que escribes no es para ti dentro de diez años, que en realidad te escribes a ti ahora y esos textos no tienen más funcionan que esa. Tendemos a mimar al yo futuro, a prepararle una vida idónea sacrificando de un modo extraño al yo presente y en verdad hace rato que debíamos haber mandado a tomar por culo a ese dictadorcillo que es uno dentro de quince años. ¿Quién carajo se cree ese tipo para que uno tenga tantas concesiones hacia él si luego nunca viene, si siempre se está yendo? No le dije a mi madre, creo que debe escribir, la excusa de su yo futuro es un motor, pero a quién escribe es a ella, ahora, hoy.

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