Siempre pienso en historias que me gustaria escribir(Habitualmente hubiese escrito:"que quisiera plasmar", pero estoy decido a corregir todas esas cosas de mi pesima escritura). Pero es cierto que lo que pienso, que en lo que imagino para escribir, para ser narrado, suele ser mas bien realistas. Pienso en narrar una historia de una mujer y esa mujer se parece a mi madre. Pienso en una historia de una anciana en mitad de Madrid, reflexionando sobre lo que ha sido su vida desde que salió cincuenta años antes de su pueblo y esa mujer, esa señora es mi abuela. Ahora mismo pienso en un joven que viaja para ver a su novia, en esos viajes. La historia de ese joven sería narrada solo cuando esta bien de ida, bien de vuelta sentado en el asiento del avión. Alguien que revisa su vida desde la altura, a ocho mil metros de altura y ese joven, sin duda , se parece a Andrea. Pienso ahora en Andrea por que acabo de leer un correo que me ha mandado.
Luego distorsiono esa realidad, la voy destrozando, la voy moviendo a mi antojo. Agito los ingredientes de las cosas que conozco y se va formando una historia en mi cabeza que no termino escrbiendo. No. Ahora, por ejemplo, escribo sobre un hombre perdido en el espacio y ese hombre inevitablemente soy yo. Llevo unas doce paginas narrando, a manera de diario, la vida de ese hombre perdido en el Cosmos. Sus reflexiones, su melancolia, su tristeza por estar tan lejos de todo, tan lejos de su realidad, de su vida. Ve, mira y no hay nada, el infinito y mas allá, y ahí perdido en medio de la nada recuerda su vida. Quiere volver a ella.
Escribir. ¿De donde viene esa aguja que se clava y que me sienta aquí, a teclear en estado de posesión?. Será esa misma aguja la que hace que rechace lo que escribo. Lo rechazo, lo releo y es malo, terrible.Pero ¿De donde surge ese rechazo?. Deberia aceptar lo que escribo, por que lo que escribo soy yo. Y debería aceptarme.
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